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Hoy 31 de diciembre de 2015 cumplo 50 años y atendiendo a las estadísticas ,hace unos cuantos que superé el ecuador de mi vida pero, por lo vivido desde esa fecha hasta hoy, ahora soy consciente de que en ese momento aún no estaba preparado para hacer una gran reflexión en forma de historia que poder compartir con quien la quiera leer y si te interesa, aquí la tienes.
Nací y me crié en una familia típica de los años 60 del siglo pasado, es decir: numerosa y machista y tristemente no puedo hablarte de una infancia feliz.
Recuerdo una niñez y corta adolescencia llena de miedos hacia mí padre y que con 16 años y una corta formación, tras la segunda separación de mis padres, hubo algunas más, me obligo a salir “de casa” con el objetivo de seguir los pasos de mis hermano mayor para hacerme militar, pero pronto comprendí que ese no era mi camino.
Regrese del ejercito con 18 años mucho más seguro de mí mismo, bueno, realmente lo que ocurrió fue que me liberé de aquellos miedos por el alejamiento que disfrute de los continuos menosprecios que recibía de quien en todo momento tuvo que haber sido mi principal apoyo, sumado a que, aun siendo muy joven, tuve que dar órdenes con criterio a hombres mucho más mayores que yo, aceptar responsabilidades y tomar decisiones de cierta magnitud en mis tareas diarias.
Poco tiempo después de mi vuelta me reencontré con una chica que había conocido unos años atrás y a la que yo no le preste atención, ni ella a mí; sin embargo, por esos caprichos del destino y sin saber aún muy bien porque, el reencuentro provoco el flechazo que tras casi 32 años de relación todavía se mantiene.
Pero no solo tuve la oportunidad de conocer a la mujer de mi vida, también pude disfrutar, desde dentro, de la armonía de una familia normal en la que hay momentos buenos y malos, pero en las que sobre todo se mastica el amor, aunque les de vergüenza usar ese sustantivo tan hermoso y decirse te quiero, y de los que aprendí que una familia bien estructurada y cimentada desde el amor y el respeto puede superar cualquier cosa.
No obstante en mi interior rondaba ese “demonio” de temor e inseguridad que fue creciendo a lo largo de mi desarrollo y poco a poco, junto con el incremento de las responsabilidades: trabajo, compromiso, hipoteca, familia, hijos, jefes, empresa… que te voy a contar que no sepas… iba notando como se iba asomando cada vez más, hasta que llego a ocultar casi por completo, de nuevo, mi autentica personalidad.
Tendría unos 38 años cuando llego el día en el que no podía más y en el que empecé a comprender que todos nuestros males, al menos los míos, estaban provocados por otras personas, personas que pueden estar en tu entorno familiar, personal o profesional, pero personas a fin de cuentas y de las que tienes que alejarte porque su capacidad de autocrítica es nula y por lo tanto, todo lo que intentes acordar con ellas para evolucionar no va a tener éxito y solo te va a provocar más dolor y tal agotamiento, que no te quedará nada para esas otras personas que tanto te necesitan y necesitas.
Pero lo más triste es que cuando investigas un poco sobre el origen de la actitud de esas personas tóxicas, te das cuenta de que la mayoría lo son no porque sean mala gente, sino porque en su día fueron incapaces de detenerse un momento a reflexionar sobre su manera de interpretar el entorno que a ellos, como a cualquiera, tanto les afectaba, así es que aunque tuve que tomar decisiones difíciles para alejarme de estas personas tóxicas que tanto daño me hicieron, en ningún momento les guardé rencor y poco a poco me fui olvidando de ellas.
Sin embargo, lo más difícil no fue actuar y ejecutar mis decisiones, que lo hice con unos 40 años, realmente hace muy poco, no, lo más difícil fue gestionar todo lo que vino después hasta que poco a poco fueron pasando cosas muy curiosas, como dormir de un tirón, dejar de fumar, de buscar alternar con amigos fuera de lo normal para un comercial y padre de familia… y sobre todo, dejar de comer compulsivamente hasta el punto de pasar de 120Kg a los 83Kg que ahora tengo.
Pero a lo largo toda esta historia que yo quería que fuese de superación y que te he comprimido al máximo, siempre había como una doble personalidad que me perseguía y es que cuando tenía que tomar decisiones que no requerían la aprobación de nadie, salvo la de mi familia, salía mi personalidad de hombre seguro y decidido; sin embargo, cuando eso lo tenía que hacer recibiendo la aprobación de otros, ya fuese de mi entorno personal o profesional, surgía mi personalidad insegura, lo que me hacía vivir en un continuo estado de inquietud que tampoco me dejaba disfrutar plenamente de mi vida y de mis relaciones sociales.
¿Qué en que situación me encuentro ahora? Ahora soy yo en estado puro: sensible, empático, inteligente, luchador, creativo, familiar, cariñoso… ¡y si hombre sí! Claro que tengo defectos y no creas que he dejado de luchar contra ellos, aunque algunas veces pienso que es como el picor y el amargor en el Aceite de Oliva Virgen Extra, que parecen defectos pero que sin ellos no hablaríamos de Aceite de Oliva Virgen Extra.
¿Qué que ha sido eso que ha provocado el empujón final para ser yo en estado puro? Pues mira, algunas veces las personas como yo y con una historia parecida a la mía, tenemos que pagar un precio muy alto para alejarnos de todas esas cosas que no nos permiten darnos la oportunidad de descubrir nuestro verdadero potencial y en mi caso, ha sido el desempleo y lo que trabajar para salir de él implica.
Así es que si te sirve de algo:
- Lo tienes dentro, solo necesitas encontrar ese momento de reflexión que te permita descubrirte.
- Somos emociones y según las trates, las tuyas y las de los demás, imagínate si se trata de tus hijos, así te tratarán.
- Que no te de vergüenza el amor y decir te quiero, si tienes mi edad y no lo has dicho nunca, no creas que ya es tarde, hazlo y comprobarás toda su fuerza.
- El tiempo pasa muy rápido, no des lugar a que en algún momento puedas pensar que lo has desperdiciado y ten en cuenta que el dinero es un invento nuestro y no una emoción creada por nuestra evolución para hacernos más fuertes, sociables y cuidadosos de los nuestros.
De todo corazón deseo que el año 2016 te sea mucho mejor que el 2015 y no me refiero solo a lo profesional, porque si eres un profesional de éxito que no sabe decir te quiero, que no disfrutas del amor, que no compartes tu éxito y que no eres consciente del poder de las emociones, lo siento por ti, no puedes ser feliz; así es que te invito a que te replantees tus prioridades, porque el tictac de tu tiempo nunca se va a detener para que puedas volver atrás.
Lo dicho, saludos y se feliz.