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¿Qué ves cuando te miras al espejo? Esta pregunta estuvo muy de moda hace unos años cuando tenías la fortuna de ser entrevistado para un optar a un empleo y no se a ti, pero a mí me costaba responder y me preocupaba, porque igual me impedía demostrar mi valía o agradar a mi entrevistador; así es que me puse manos a la obra y cada mañana dedicaba unos minutos a mirarme en el espejo a ver que veía. Al principio de hacer el ejercicio, me concentraba en mi cara y no era capaz de ver nada interesante, solo mi cara, pero seguía y poco a poco empezaba a “ver” algo y no era lo que mí cara transmitía, lo que veía eran mis emociones.
Pero no era capaz de ordenarlas, así es que le pedí ayuda a mi mujer y le pregunté: ¡¡Niña!! ¿Tú que ves?, me respondió: “Niño no es lo que yo veo lo que te interesa, yo te conozco y te quiero, lo que necesitas saber es como te ven los que no te conocen y estos ven a un hombre que intimida por tu aspecto” (180cm x 90Kg + calvo + facciones marcadas por el deporte + aspecto serio cuando estoy concentrado, en fin, un malafollá), sin embargo no es así, soy sensible, empático y hasta algunas veces gracioso; entonces comprendí lo caprichosa que es nuestra genética y como nuestro cuerpo tiene un camino marcado, que solo se modificará en función de nuestros hábitos, hábitos que en la mayoría de los casos se crearan en función de cómo trabajemos nuestras emociones.
Por lo que que en el cuidado de mi cuerpo y de mi mente tengo estrategias separadas, aunque confluyan en beneficio de ambos.
Mi cuerpo: Estoy convencido y mi experiencia vital así me lo ha demostrado, de que nuestro cuerpo es un fiel reflejo de como manejamos nuestras emociones; pero también estoy convencido y mi experiencia vital así me lo ha demostrado, de que nuestra mente también es un fiel reflejo de como cuidemos nuestro cuerpo.
Mi mente: Estoy convencido y mi experiencia vital así me lo ha demostrado, de que tu mente y la de cualquiera, para lo bueno como para lo malo, es una herramienta única, una potencia tan grande que cuando se descontrola es imparable, tanto, que te puede llevar a la parte más oscura de nuestros miedos; en cambio, cuando la controlas, es capaz de llevarte a un estado de continua superación y felicidad.
Pero ¿qué es la felicidad?: Estoy convencido y mi experiencia vital así me lo ha demostrado, de que la felicidad es compartir quién eres y qué quieres, saber decir si o no, preguntar cuando toque aunque al preguntado/a no le guste, saber dar importancia a lo que lo tiene y casi nada de a lo que se la damos la tiene… podría seguir, pero me gustaría contar con tu aportación, en definitiva se trata de compartir, empatizar e interpretar adecuadamente, es decir: Inteligencia Emocional ¿no?
Un ejemplo de inteligencia emocional, esto me pasó hace unos años y tened en cuenta que en Jaén lo de los macro atascos es improbable, pero, “donde menos te lo esperas salta la liebre” y hay que estar preparados:
Trabajaba visitando a mis clientes entre Córdoba y Jaén y como cualquier día (por cierto, este era uno de esos que llamamos «de perros») me levanté temprano para empezar mi jornada en Córdoba a las 08:00, con el objetivo de atender una cita importante con el tiempo suficiente de llegar a Jaén antes de las 12:00, para atender otra, relacionada con la de Córdoba y que había concertado a las 12:30.
Terminé en Córdoba haciendo algunas cosas sobre las 10:30, pero no tuve suerte ya que no concluí para la que me desplacé, pero bueno, la experiencia me ha enseñado que, por mucho que planifiques, casi nunca salen las cosas como se planean por lo que hay que estar preparado para sacar lo positivo de cada situación.
Por lo que terminar en Córdoba a esa hora me permitió circular hasta Jaén, para atender mi segunda cita, cumpliendo las normas de circulación de manera estricta, ya que con el tiempo de que disponía, incluso presentándose algún imprevisto durante el trayecto, no tenía necesidad de «apretarme».
Afortunadamente, durante el trayecto, no me encontré ninguno de los imprevistos probables en la carretera, sin embargo y a pocos metros del lugar de mi segunda cita importante del día, me encontré un atasco, algo que raramente ocurre en Jaén y que si lo hace, no suelen durar mucho.
Sin embargo, se fueron sumando los minutos y como humano me empecé a poner nervioso, por lo que cuando eran las 12:20, llamé a mi cliente para decirle que llegaría tarde y que no sabía a qué hora estaría con él y esto fue lo que me respondió: ¡¡Menos mal que me has llamado!! Me apunte ayer en el móvil llamarte en el café para aplazar la cita, pero no he podido salir y cuando me ha sonado el aviso, estaba ocupado y después no me he acordado de llamarte para decirte que tengo una reunión a las 13:30 y que hoy no puede ser ¿podemos vernos mañana?
Yo seguía en mi atasco, posiblemente el más grande en la historia de mi pequeña Capital, salí de él treinta minutos más tarde y, con la inestimable ayuda de AC&DC y mis reflexiones, al final terminé concluyendo que era un privilegiado por haber estado en un atasco, ya que era la consecuencia de tener un buen empleo.
Ahora imagina: ¿Cómo habría sido mi día si a las 10:00 me cabreo por qué tras viajar de noche y con un tiempo de perros no me salen las cosas como yo planee; cómo hubiese reaccionado, si tras llegar al atasco, vengo cabreado por el resultado de las primeras horas de mi día y en que estado llegaría a casa si, tras lo anterior, además mi cliente de Jaén me «da plantón»?
Pues seguramente sin una mente bien amueblada y sin un cuerpo preparado para desahogarse con el deporte, al menos ese día, seguramente, no sería ni el marido, ni el padre que debo ser por agotamiento emocional y lo peor, es que al día siguiente puede que mi mujer y mis hijas mañana me vean como a alguien más lejano.
Saludos, sed felices.